La primera canoita que tuve cuando pibe, para andar por el río Paraná, era muy precaria. Bellaqueadora pero fiel, mucho más baqueana para las bravas sudestadas, y para andar trabajando con los espineles, que cualquiera de esas de plástico.

Hacía agua por varios lados, y se ve que después de un tiempo de andar con la "achicadera", empecé a renegar más de la cuenta, por la incomodidad de tener que sacarle el agua al arribar cansado, cada jornada. 

Una vez en la orilla, el sabio Chunguita, con el que siempre compartíamos un vinito, palabras, y silencios isleros, al escuchar putear con desmesura a mi canoa, me dijo: "Tranquilo amigo, que esa canoa es suya, y es mejor tener una propia que haga un poco de agua, que quedar a pata".

¿Habrán aprendido quienes al borde del abismo, por objeciones atendibles y válidas, pero de consecuencias fatales, no votaron por el peronismo en las últimas elecciones, dejándonos en manos de este puñado de monstruos que vinieron (lo dicen ellos), a destruir nuestra canoita, digo, nuestra patria?.

* En la foto, mi inolvidable hermano, el Chunga.